viernes, 25 de septiembre de 2020

La fiesta de la traducción

 

Petrona Viera, foto propia LM, tomada en la exposición del Museo de Bellas Artes de Montevideo, 2020

La celebración del mes de la traducción esta vez será sin juntadas físicas entre colegas, en medio de esta situación tan surrealista a la que ya nos hemos ido acostumbrando, más o menos.

Es el mes de la traducción porque el 30 de setiembre —como decimos en Uruguay, o septiembre, como se llama este mes en otras áreas hispanohablantes— se conmemora el día de quienes nos dedicamos a esta fantástica actividad. No voy a hacer el cuento de San Gerónimo y blabla porque no viene al caso.

Para celebrar la traducción, en este año tan atípico, se me ocurrió resaltar esas antenitas paradas que tenemos las traductoras (sorry, men: somos mayoría, así que uso el femenino genérico) para detectar cambios y alteraciones en las lenguas, esos oídos 👂aguzados para captar inflexiones y matices, ese olfato 👃 fino para percibir intenciones y connotaciones, y ese tacto sutil que desarrollamos para tratar a las lenguas con respeto y amor 💛.

Como observadora de los vericuetos de las lenguas (obse, o nerd, bah) últimamente noté algunos rasgos de sexismo en las lenguas que habito y me habitan, por lo tanto, en los hábitos de pensamiento de las personas que las hablamos. Porque atrás de las palabras hay maneras de pensar que ni nos damos cuenta que tenemos.

Y aquí va la anécdota de algo que me pasó este año en una clase de español para extranjeres.

Cuando todavía había clases presenciales, poco antes de la pandemia, les propuse a mis estudiantes universitaries italianes un conocido juego. Tenían que elegir un personaje real o de ficción, de cualquier género y época, y escribirlo en un papelito. Recogí los papelitos, los mezclé y le entregué uno a cada estudiante, que se lo tenía que pegar en la frente sin mirar lo que estaba escrito, de manera tal que solo los demás pudieran leerlo. Cada estudiante tenía que tratar de adivinar su propio personaje haciendo preguntas hasta que le respondieran “no”; en ese momento quien estaba a su lado empezaba su turno de preguntas.

El grupo era mixto y parejo, mitad chicas y mitad chicos, pero los personajes elegidos fueron todos de género masculino, salvo Bob Esponja, que no se sabe bien a qué género pertenece (o por lo menos hay interpretaciones acerca de la indefinición genérica del personaje en términos binarios).

Habían elegido los siguientes personajes: el Papa Francisco, un par de políticos italianos: Luigi Di Maio y Silvio Berlusconi, Bob Esponja, King Kong, un profesor de les estudiantes durante ese semestre, Maradona y Cristiano Ronaldo.

Cuando me di cuenta de que los personajes que habían elegido eran hombres ♂ (+ Bob Esponja), me quedé pens­­ando 🤔.

Hacía poco, en mis vacaciones de verano, había jugado con mi hija y unos amigos a ese juego. Recordé que yo había tratado de elegir personajes femeninos, pero me había costado bastante, sobre todo si, además, quería seleccionar una mujer del pasado, que no fuera de Europa o Estados Unidos, digamos sudamericana. Si elegía a una poeta, por ejemplo, seguramente no sería tan famosa fuera de las fronteras y tal vez (y solo tal vez) fuera conocida en su propio país por alguna calle con su nombre. Con pintoras, médicas o maestras pasaría lo mismo. ¿Nunca les pasó?

En nuestros jóvenes países sudamericanos hay calles y plazas con nombres de un montón de militares, presidentes o ministros, poquísimos científicos, y menos docentes, aunque sean hombres. Ahí se agrega otro factor al combo: la profesión

Cuando hacía poco que vivía en Buenos Aires, un día me tomé un subte que pasó por una estación que se llamaba “Mtro. Carranza”. Ingenuamente pensé con un poco de envidia uruguaya: “¡Qué evolucionados y progresistas los argentinos! Reconocen la labor de un maestro dándole su nombre a una estación de subte”. Estaba equivocada, “mtro.” es la abreviatura de “ministro” y no de “maestro” (¡gran decepción!). Es más, dudo que haya alguna estación que lleve el nombre de un maestro y mucho menos de una maestra.

Si agregamos otro filtro, como el color de piel oscuro, no hay que molestarse en buscar personajes históricos famosos, tampoco ahora hay tantos que ocupen cargos de poder en cualquier ámbito: CEO de empresa importante, ministro, director de medio de prensa, etc. Ni que hablar de la combinación mujer y color-de-piel-oscuro. La combinación de varios de esos filtros, como género, proveniencia, profesión y color de piel, es un cóctel que no falla.

En mi casa circulaba un chiste. Si había un personaje de ficción desgraciado y perseguido por ser negro, por ejemplo, u homosexual, se decía “lo único que le faltaba era ser judío y comunista”. Si sabemos leer con atención, las toponimias y los chistes dicen mucho más de lo que creemos sobre nuestras sociedades.

Pero las sociedades, como las personas y las lenguas, están cambiando todo el tiempo. Y quienes trabajamos con las lenguas tenemos que prestar atención a esos cambios permanentes (¡qué oxímoron maravilloso!).

Hace unos diez años, cuando vivía en Italia, me eligieron concejal en las elecciones municipales y el intendente me nombró algo así como “directora del departamento escolar”. Quienes asumíamos los nuevos cargos teníamos que hacernos las tarjetitas personales y cuando me pidieron que escribiera mi nombre y el texto que iría debajo, yo puse “assessore alla scuola”, era lo que me parecía haber visto y escuchado, aunque ese cargo lo ocupara una mujer. Claro que dudé, ¿será “assessore” o “assessora”? Pregunté a algunos nativos italianos y confirmé “assessore”. Esa decisión fue el resultado de mi complejo de inferioridad por ser mujer-inmigrante-extracomunitaria-del-tercer-mundo-etc. Hoy no habría dudado en poner “assessora”.

Con relación a este tema, una alumna hace poco me mandó este link a una charla TED de la lingüista Vera Gheno: Il potere delle parole giuste (dura unos 16 minutos).

Después de eso, una amiga que tiene un club de lectura me preguntó si no tenía cuentos en español de escritoras o escritores de países y lenguas distantes, “qué se yo, iraníes…”, me dijo. Le contesté: “No sabe cuánto lamento no poder darle indicaciones de cuentos del universo que hay más allá de la hegemonía, porque justamente por eso, por estar en las periferias del eje, no se conocen (o por lo menos yo no los conozco). Lamento defraudarla: es mucho más lo que desconozco y me gustaría conocer que lo que conozco porque es lo que encuentro en la vuelta." 

Es que con frecuencia solo vemos lo que está en el centro, no lo que está en el margen; a menudo les negres, les indies, les que provienen de otros países marginales como el nuestro y no de EE. UU. o Europa, las mujeres, etc., son invisibles y también son invisibilizades por nuestra lengua y nuestros hábitos de pensamiento colonizados.

Por eso hoy y siempre celebro la traducción. Auguro mucha más traducción, de muchas más lenguas y no solo de las hegemónicas. Celebro cada día mi actividad profesional en la dirección del respeto y la valoración de todas las diversidades. Y agradezco la enorme fortuna de haber podido entrar en otros mundos a través de otras lenguas.

¡Feliz día! ¡Feliz mes! ¡Feliz fiesta de la traducción! 🍷🎉🌈