Punto de vista,
subjuntivo, futuro y paz
Desde nuestra
infancia, “hablamos” la realidad, la codificamos y la decodificamos todo el
tiempo con nuestro pensamiento, en el diálogo-monólogo interior de nuestra
vigilia, y hasta en nuestros sueños. Así, la lengua materna tiñe la percepción;
dicho de otro modo, cada hablante mira el mundo a través de una lente con algún
tinte suave: no existen los cristales
completamente transparentes.
Español e italiano:
acá y allá
Hace poco, mientras
les mostraba a mis jóvenes estudiantes italianos algunas de esas diferencias sutiles del color del cristal
del español y del italiano, se me ocurrió que aprender a mirar a través de
una lente teñida con otro tono no es fácil, pero si percibimos esos matices
cuando nos ponemos otros lentes, lograremos acercarnos más a esa otra visión
del mundo. A los efectos prácticos del aprendizaje de una lengua extranjera, eso
implica que nos equivocaremos menos.
Están las cuestiones ligadas
al punto de vista, por ejemplo. En
italiano, el verbo “venire” incluye
la idea de acercamiento al interlocutor: “Vengo
da te”. En español, en cambio, cuando se usa el verbo “venir”, el movimiento es solo hacia el hablante y no incluye a la
persona a la que se habla. El DRAE dice de “venir”: Dicho de una cosa: Moverse de allá hacia acá. Dicho de una persona o de
una cosa: Llegar a donde está quien habla. Veamos un ejemplo:
Vengo
da te = Voy a tu casa.
No diría *Vengo a tu casa.
Veniamo
a casa tua = Vamos a tu casa,
no *Venimos a tu casa.
Además, está la pesadilla de todos los
italianos cuando aprenden español: ¿llevar
o traer? Es que en italiano “portare”
tiene ambos significados, no se distingue entre “llevar” (“hacia allá, a un
lugar alejado de mí, hablante”) y “traer” (“hacia acá, donde estoy yo,
hablante”). No se trata solo de una cuestión lexical, es algo que no existe en nuestra
propia lengua, y nos cuesta incorporarlo porque no sentimos su necesidad; es
más, siempre vivimos lo más bien sin ese algo que no tenemos. Otro ejemplo: a los
hispanohablantes nos resulta difícil usar con naturalidad los pronombres
partitivos o locativos del italiano (‘ne’, ‘ci’) o del francés (‘en’, ‘y’)
porque en español no existen.
¿Subjuntivo o
indicativo?
También está el
asunto del uso del subjuntivo. No me
adentraré en disquisiciones panfletarias en defensa de una especie en riesgo de
extinción. Diré, con cuestionable espíritu darwiniano, que si el subjuntivo no
sobrevive, querrá decir que no era el más apto, y chau. De cualquier manera, mientras
su uso siga representando un símbolo de estatus, es probable que siga
existiendo, no hay que temer: es poco democrático, pero es así.
Un caso interesante es el de las subordinadas temporales con idea de futuro:
Cuando me duerma, voy a soñar contigo (ejemplo romántico,
voluntarista y medio mentiroso…).
Quando mi addormenterò, sognerò te.
En la idea de futuro contenida en la
subordinada conviven dos ingredientes:
el de tiempo (porque en este momento
estoy despierto y me voy a dormir esta noche) y el de hipótesis (supongo
que me voy a dormir). En italiano se usa el futuro del modo indicativo, que es el modo de la realidad, de la
certeza, prevalece el ingrediente temporal con esa idea de “algo muy probable,
casi seguro”. En español, en cambio, en las subordinadas temporales con idea de futuro se usa el subjuntivo, que es el modo de la posibilidad, la
incertidumbre, la duda, el deseo, el temor, etc., hay una dosis mayor del ingrediente hipotético que del
temporal-real.
Lentes de colores
¿De qué manera inciden en nuestra
percepción estos “filtros” de color, tan sutiles, que tiñen los cristales con
los que miramos lo que nos rodea? Cuando veo la incomprensión y la falta de
empatía que caracteriza las relaciones entre los individuos y los pueblos, lo
difícil que es construir la paz, me pregunto si nuestro pobre mundo, violento,
belicoso y miope no estará necesitando que todos nos pongamos más lentes de diferentes
colores… La paz es multicolor.