Este año 2024, cuando se acerca el Día de la
Traducción, quiero compartir MI celebración de esta maravillosa actividad.
Mi historia no es nada extraordinaria, pero es mi
historia y a lo mejor le puede servir a alguien que está pensando en estudiar
traducción en un momento en que la IA parece estar amenazando nuestra
profesión.
Cuando entré a la universidad, hace cuarenta años (¡OMG!),
nunca imaginé todo lo que habrían de darme aquellas primeras carreras de Traductorado
Público, en inglés y en italiano, en la Facultad de Derecho de la Universidad
de la República del Uruguay.
Ahora veo que aquel primer acercamiento a ese mundo
fascinante, en vez de calmar mi hambre de conocimiento, despertó mi apetito
voraz para seguir estudiando.
Ahora también me doy cuenta de que no fui a la
universidad solo para conseguir trabajo y lograr ganarme el pan haciendo algo que me
resultara placentero, sino que fui a la universidad para prepararme para
desarrollar una pasión que me iba a llevar a querer seguir estudiando toda la
vida.
Durante y después de aquel primer pasaje por la
universidad quise estudiar otras lenguas, además de seguir mejorando mi
conocimiento del inglés y del italiano, así que incursioné en los universos del latín, portugués, francés y ruso.
Pero no me alcanzó, el apetito era cada vez más insaciable, entonces quise profundizar mis
estudios de traducción desde otra perspectiva y me puse a estudiar traducción
literaria y técnico-científica en el Instituto en Lenguas Vivas Juan Ramón
Fernández, de Buenos Aires.
Ahí me pasó algo extraño: cuando cursé la materia “Introducción a la Interpretación”,
con Vicky Massa, me picó el bichito y decidí zambullirme en ese mundo tan
especial, duro y desafiante, pero totalmente adictivo, y aprender a nadar en ese mar. Entonces fui al Centro
de Traducción e Interpretación y tuve a una gran tutora: Olga Álvarez de Barr.
La vida me llevó a irme a vivir a Italia y a volver a vivir
a la Argentina. Cuando volví, me di cuenta de que quería volver a mi lengua
materna, a perfeccionarla, a conocer mejor sus secretos, sus matices, sus
sutilezas, su complejidad y su riqueza. Entonces me puse a estudiar corrección
de textos en el Instituto Superior en Letras Eduardo Mallea y a hacer el
posgrado en enseñanza de español como lengua extranjera en la UBA (este último
porque estoy convencida de que enseñar es una excelente manera de aprender).
Asistí y asisto a infinidad de cursos, talleres,
seminarios, charlas y congresos y sé que nunca voy a dejar de hacerlo, porque
es mi vida y elijo vivirla así, estudiando, aprendiendo y gozando de mi pasión.
En los últimos tiempos me interesa profundizar en todo lo
que tiene que ver con un lenguaje amplio, no discriminatorio y empático.
¿Para
qué? Para que mi trabajo favorezca una mejor convivencia de las personas en
este mundo, para que prevalezca la construcción y no la destrucción, para que
el amor le gane al odio y para que esta última premisa no resulte cursi y
vacía.
¿Por qué? Porque estamos en el horno, gente. No hay un planeta B. Además
este me encanta, a pesar de todo.
El segundo día del congreso, la densa niebla que había impedido que algunas personas llegaran a Montevideo para el evento, se disipó y el último día, o más bien la última noche, el congreso se pobló de colores flúo y música chicha.
A continuación algunas impresiones y reflexiones a partir lo que vi y escuché en los últimos dos días de mi maratón glotopolítica (un extracto, nada más).
Lenguaje inclusivo e identidades
Paula Salerno contó su experiencia, junto a un equipo de asesoras-lingüistas, en una fundación argentina que se ocupa de políticas públicas. Las habían contactado por Instagram para mejorar la comunicación en cuanto a la inclusión de género. La articulada propuesta del equipo de lingüistas preveía actividades muy dinámicas, y momentos de reflexión y debate. Lo primero era que las personas de la fundación detectaran el masculino genérico en los textos que producían. Después había que ver cómo reescribirlos de una manera más inclusiva. Lo más positivo fue que el equipo logró sembrar el interés por el tema, y las personas de la fundación siguieron dándole vueltas al asunto. Me parece que este tipo de propuestas va en la dirección de la que habló José del Valle en el cierre del congreso [ya voy a llegar a eso, calma], para decirlo de manera poco académica: bajar la pelota a la cancha, arremangarse, embarrarse y darse un buen baño de realidad. Coincido plenamente con ese enfoque.
Ernesto Cuba contó acerca de su estudio de la cuestión lingüística no binaria en el contexto del activismo trans en Lima. Nos dejó pensando en las muchas aristas que presentan las prácticas lingüísticas... como la realidad.
Virginia Zavala describió el reciente y sorprendente fenómeno de nuevos aprendientes de quechua en zonas urbanas de Perú, el rol del quechua en la construcción de un sujeto emprendedor y multicultural en contexto de crecimiento económico neoliberal e ideología de marca, y el quechua como recurso en un cuerpo blanco no racializado.
Un país chiquito
Acá viene la digresión personal:
Pasé muchos años fuera de Uruguay, así que aproveché para ver en qué andaban por esos pagos. La primera grata sorpresa fue entrar por primera vez en la actual sede de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, de la Universidad de la República, en Montevideo. Egresé de la UdelaR en los primeros años después de la dictadura y en mi memoria las instalaciones eran horribles, sucias y decadentes. Tengo anécdotas bastante asquerosas, que no voy a contar aquí. Estudiar en esas instalaciones era un sacrificio que hacíamos con el entusiasmo propio de quien se banca cualquier cosa para aprender. En la sede actual de la Facultad de Humanidades ¡había calefacción! Algo impensable a mediados de los años 80, cuando iba con medias cancán largas abajo de pantalones, botas y cuarenta capas de ropa, e igual salía entumecida a las 22.30, después de estar horas sentada en un iglú . ¡Ahora también hay proyector y wifi en todas las aulas! Y lo más importante de todo: ¡hay papel higiénico en el baño!!! Realmente no lo podía creer. No sé cuánto durará todo eso, dado que en la última rendición de cuentas el actual gobierno propone 0% de aumento para la universidad pública y gratuita...
Volviendo al congreso, me gustó mucho la comunicación de Germán Canale, que relacionó crítica, praxis y transformación. Mencionó el impulso que se le dio desde los años 90 a una autocrítica dentro del campo del análisis del discurso, una reflexión crítica hacia adentro, a los estudios que dejan de lado las prácticas sociales, y una apuesta a ampliar los horizontes para lograr una crítica generadora o proactiva.
Germán ilustró la idea de revaloración de los micro-espacios al relatar su experiencia de acompañamiento a una docente de inglés en Uruguay, en el contexto delPlan Ceibal (el primer programa de informatización escolar universal, que entregó una computadora a cada niña/o hace 15 años, cuando gobernaba el Frente Amplio). Al principio, el Plan Ceibal tenía como objetivo democratizar y universalizar el uso de la tecnología desde la escuela y después amplió ese objetivo a democratizar y universalizar el inglés y la tecnología en la enseñanza.
Germán relató el proceso a través del cual la docente fue modificando la actividad didáctica, que consistía en usar el árbol genealógico para enseñar el léxico relacionado con la familia.
El primer año de la experiencia, la actividad preveía imágenes que mostraban un árbol genealógico modélico de parejas de abuelas y abuelos, padres y madres, hijas e hijos. Se empezó por detectar instancias de reproducción de ideologías conservadoras, heteronormativas y hegemónicas en los libros de texto de inglés que proponían esas imágenes de familia.
Al año siguiente, al proponer la actividad, se agregaron imágenes de otras familias, con hijas/os de distintas parejas y con hijas/os de una pareja de dos madres, por ejemplo.
Al final, la tarea de dibujar el árbol genealógico cambió radicalmente: la docente pidió que sus estudiantes dibujaran un árbol similar a cualquier árbol: irregular, con un tronco y múltiples ramas asimétricas, y no con los casilleros rectangulares para rellenar, de los típicos árboles genealógicos. Así, cada estudiante tenía que decidir cómo representar a su propia familia en el árbol que dibujaba.
Me quedé con una idea mágica que Germán manejó al final de su comunicación: "valorar los eventos banales de la comunicación cotidiana".
Graciela Barrios analizó el discurso de algunos textos legislativos relacionados con la prescripción y la prohibición de usos lingüísticos, enmarcando su análisis en el proceso político de construcción de la identidad lingüística uruguaya. En particular, se refirió a proyectos de ley, circulares y resoluciones oficiales acerca del lenguaje inclusivo.
Verónica Vera Izeta señaló la intervención conjunta del poder político y el poder mediático para frenar el avance del lenguaje inclusivo, a partir de un artículo periodístico de 2018, "¡Arriba les que luchan!", publicado en el diario El País, de Montevideo.Recordó a Arnoux y Del Valle al referirse a las representaciones ideológicas sobre la lengua y a los fenómenos del lenguaje atravesados por el poder, la legitimidad y la autoridad, que pueden reforzar y reproducir la desigualdad social. Concluyó que, en el caso uruguayo, las élites simbólicas operaron en conjunto para defenderse de un cambio social, no de un cambio lingüístico.
Música chicha y castañuelas
El congreso había empezado en medio de una densa niebla y terminaba el miércoles de noche, bajo una fría lluvia intermitente.
Durante la presentación de Ivette Bürki, el somnoliento y exhausto auditorio pegó un salto con la irrupción a todo volumen de la música chicha de Perú.
Las palabras de cierre estuvieron a cargo de José del Valle, el pergeñador del congreso. El español hizo una especie de llamamiento a la autocrítica y a la reflexión del variopinto mundillo glotopolítico, y me quedé con las siguientes líneas de acción que sugirió:
apuntar a un horizonte conceptual más que a un marco teórico,
hacer un esfuerzo de teorización sin apuntar a ortodoxias,
intensificar el contacto entre disciplinas, sin dejar de sentir la aspereza que existe entre las diferentes superficies disciplinarias.
Bañera de derecha y ducha de izquierda
Acá viene la reflexión polémica: Engancho esas ideas finales de Del Valle con la comunicación que habían presentado Lidia Beker y Paulo Aniceto, en la que contrapusieron lenguaje claro (incluyendo en el mismo cóctel a la lectura fácil) y lenguaje inclusivo de género. No es la primera vez que veo esta línea de pensamiento en un sector del mundo académico y sigo sin entender los fundamentos de esa tirria. Me acordé de una canción de Giorgio Gaber, un cantautor italiano, que cantaba en los años 70 que la bañera era de derecha y la ducha de izquierda...: Giorgio Gaber, "Destra e sinistra". ¿El lenguaje claro es de derecha y el lenguaje inclusivo, de izquierda?
Más o menos todo el mundo escuchó hablar del lenguaje inclusivo en los últimos años. Creo que está más difundido que el lenguaje claro y la lectura fácil. También es frecuente que se confunda a los dos últimos. Muy sintéticamente (que me perdonen las personas especializadas), el lenguaje claro apunta a una ciudadanía con un nivel de lengua B1, sin jerga ni lenguajes de especialidad, pero sin adaptación; la claridad se logra a través de recursos retóricos, léxicos, gramaticales, sintácticos, de diseño y de estructuración de los textos. Los ámbitos de aplicación son prevalentemente el lenguaje jurídico y administrativo, y también el ámbito privado (estoy pensando en evitar la famosa letra chica de un contrato con un banco o una aseguradora, por ejemplo) y el objetivo es que cualquier persona alfabetizada y sin dificultades cognitivas pueda acceder y comprender información útil, que le permitar ejercer plenamente sus derechos. El público destinatario de textos enlectura fácil está constituido por personas con dificultades de lecto-comprensión debidos a algún tipo de discapacidad física o cognitiva (permanente o temporal), personas no alfabetizadas, etc. La lectura fácil implica una adaptación del texto, según tres niveles: el nivel 1 corresponde más o menos a un nivel de lengua A1, y contiene muchas ilustraciones o imágenes y poco texto, el nivel 2 corresponde a un nivel A2 y el texto tiene aproximadamente un 50% de ilustraciones y un 50% de texto, y el nivel 3 corresponde, en líneas generales, a un B1, y tiene más texto que ilustraciones.
En la comunicación de Beker y Aniceto se mostraba una imagen del presidente de la RAE elogiando el lenguaje claro. Ahora bien: ¿si a la RAE le gusta el lenguaje claro, entonces hay que estar en contra? No razono en esos términos. Y eso no implica que deje de criticar muchas intervenciones de la RAE, como de hecho hago constantemente.
Tampoco creo en teorías complotistas que imaginan que detrás del lenguaje claro hay objetivos ocultos relacionados con los buscadores y los algoritmos, que en última instancia favorecerían la globalización neoliberal capitalista en el mundo.
Yo uso los buscadores, ¿quién no?, y si encuentro más fácilmente lo que busco, estoy más que contenta. Y hago lo que puedo, desde mi lugar, para contrarrestar la globalización neoliberal capitalista.
Tampoco veo con recelo el avance de la informática, los algoritmos y los buscadores. Cuando estudiaba traductorado, en los años 80, ya se hablaba de que nos íbamos a quedar sin trabajo por la traducción automática. Y acá estamos, vivitas y coleando, sin tener que disputarle nada al traductor de Google, usando cotidianamente herramientas informáticas para nuestro trabajo, porque traducir no es pasar palabras de una lengua a otra, es algo muuucho más complejo. (En esos primeros años del retorno a la democracia, además, fui delegada estudiantil, porque siempre creí que es mejor hacer que criticar).
La verdad es que yo creo que el lenguaje claro, la lectura fácil y el lenguaje inclusivo de género son complementarios, no antagónicos o... excluyentes.
No me fascina el adjetivo "inclusivo", porque implica que hay un grupo hegemónico que "incluye" a otros grupos no hegemónicos, de arriba hacia abajo, de manera condescendiente, con un dejo de arrogancia (el mismo dejo que percibo en cierta academia).
En fin, me parece que las posturas de un sector de la academia van en la dirección contraria a la que propuso José del Valle en su mensaje de cierre del congreso, en cuanto al desarrollo futuro de la glotopolítica.
Justo cuando estaba escribiendo esta crónica, me crucé con un post de Paola Jelonche (Visibilia), que decía: "Monopolizar el conocimiento no sirve para construir comunidad". Me hizo acordar a mi experiencia personal en la administración comunal de un pequeño pueblo del norte de Italia, Vanzago. El intendente al que acompañé, Roberto Nava, hablaba todo el tiempo de construir comunidad, y lo ponía en práctica en cada uno de sus actos públicos y administrativos. Aprendí mucho. Y esa enriquecedora experiencia en la cancha me hizo confirmar lo que hacía tiempo había aprendido: que es mucho más fácil criticar que hacer.
¡Viva Chile, carajo!
Quedaron muchas ponencias, comunicaciones y experiencias sin relatar en esta crónica del congreso de glotopolítica de Montevideo en 2022.
Agradezco infinitamente a quienes organizaron el congreso la oportunidad que me dieron de mover las neuronas lingüístico-políticas y ver cómo se están agitando otras muchas neuronas lingüístico-políticas en el universo iberohablante.
El próximo congreso de glotopolítica se va a celebrar en la Facultad de Ciencias Políticas (y no de lingüística) de la Universidad Diego Portales, de Santiago de Chile, en 2024. ¡Pa'Chile me iré, cruzando la Cordillera!
Con dos amigas brasileñas, luciendo el poncho que le robé a mi hija.
Tercer y último ingrediente de mi spritz lingüístico:
¿Algoritmos? ¿UX? ¿SEO? ¿IA? Guaaaaat?!
Gentileza de Collages EPC
Todos los días interactuamos con alguna de esas cosas de mandinga: algoritmos, UX, SEO, IA y chatbots. Dialogamos con ellas, muchas veces sin saberlo. Gran parte de esa comunicación pasa a través de la lengua, por eso me interesa 🔎.
Como asesora lingüística (la versión breve de como traductora, intérprete, correctora y docente de español como lengua extranjera), casi todo lo que tiene que ver con la lengua me interesa 👀.
Aclaro que todo lo que diga acá acerca de estos temas se debe a que mi suprema ignorancia me llevó a intentar entender lo que está pasando en el mundo de las lenguas en sus actuales íntimas relaciones con la inteligencia artificial (¿Nerd yo? ¡Naaaaa!)
Desde esa perspectiva lingüística, me voy a ir arrimando, temerosa y cautamente, a los algoritmos. Después, ya los algoritmos me irán llevando de la mano al mundo UX, para llegar a conversar con chatbots o asistentes virtuales.
En una próxima entrada de mi blog intentaré que vos y yo nos amiguemos con estxs robotillxs y a lo mejor hasta podemos sentarnos a tomar un cafecito virtual: vos, yo y Chatbot (why not?). Entonces podría contarte mi reciente experiencia como asesora y maestra (o profesora, entrenadora, etc.) de asistente virtual y tal vez Chatbot nos relate su experiencia conmigo.
Empecemos entonces por los algoritmos, y más específicamente por detectar el sesgo de los algoritmos, aunque...
¿Qué
corno será “el sesgo de los algoritmos”?
Voy a intentar explicarlo con un
ejemplo: Google Translate. Veamos qué proponía hace pocos años este
traductor automático al traducir de un idioma con elementos gramaticales
neutros, como el inglés, a otro con elementos marcados por el género, como el
español o el italiano.
Este traductor automático elegía traducir a masculino o femenino porquelos algoritmos aprenden de manera automática, a partir de ejemplos de textos ya traducidos.
Los algoritmos no son machistas, sencillamente reflejan el machismo de la sociedad.
La cuestión es que
Google Translate ya modificó su algoritmo dos veces, en 2018 y en 2020, para
reducir el sesgo (bias en
inglés) de género y ofrecer traducciones menos androcéntricas. Esto muestra
la importancia que se le está dando a este tema allá arriba, en la cima de la montaña de Silicon Valley.
Estoy convencida de que este proceso orientado a no discriminar con el lenguaje no tiene marcha atrás: es más, me arriesgo a pronosticar (de atrevida nomás) que se seguirá avanzando en esa dirección. De hecho, un directivo de IBM pronosticó hace un tiempo que
solo la inteligencia artificial que esté libre de sesgos sobrevivirá.
La cuestión es que los algoritmos no nacen en un repollo. Que tengan sesgos también depende de quienes los programan, diseñan, configuran, etc. (y en alguna medida de quienes permitimos que los tengan...).
Pasemos ahora al mundo UX.
¿Qué corno es UX?
La traducción al español que nos ofrece Wikipedia de UX (user experience) es "experiencia de usuario". Es la traducción más cómoda, la que no hace ningún esfuerzo por empatizar con nadie, con nombrar a las personas como quieren ser nombradas, por incluir a todas las personas en la comunicación, una traducción que ignora la perspectiva de género, es decir una traducción soberbia, prepotente, comodona, conservadora, retrógrada y demodé. (El sesgo machista en Wikipedia da para otra entrada del blog; por ahora te lo debo).
Traducir UX, o user experience, con otra perspectiva es todo un desafío: ¿"experiencia de uso"? ¿"experiencia virtual/digital/online"?¿"experiencia" y chau? A veces podría ser algo como “¿Cómo es tu experiencia en esta app/sitio?”. Porque se pone el foco en la idea de "experiencia". Claro que era mucho más fácil traducir "experiencia de usuario", pero a quienes nos dedicamos a la traducción y a las lenguas nos gustan los desafíos y siempre aspiramos a algo mejor, en este caso a una opción menos androcéntrica y excluyente que "experiencia de usuario".
El mundo UX tiene varias áreas y una de ellas es UX Writing, es decir escribir en ese contexto.
Vi que UX Writing también se está traduciendo como "escritura de producto". Honestamente, si leo eso en español y no sé de qué va la cosa, la expresión me resulta tan oscura como UX Writing, pero en fin: se aprecia esfuerzo. Habrá que seguir pensando.
Por ponerlo de alguna manera y por lo que yo entendí, la SEO (Search Engine Optimazation, optimización de los motores de búsqueda) se ocupa de captar visitantes, lograr que las personas entren en un sitio. La UX apunta a retenerlas y fidelizarlas.
Entonces, en concreto, ¿qué hacen quienes se ocupan de UX? Intentan que los textos (incluso los miniminitextos) que crean logren una interacción positiva con el público objetivo de un producto o servicio en diferentes plataformas y entornos. El foco está puesto en quien recibe los mensajes y en lograr que su experiencia de uso e interacción sea amigable, que la persona encuentre fácilmente lo que busca o que haga fácilmente lo que necesita hacer a través de una página, app, etc., y además, que mientras interactúa la pase bien, que lo haga con gusto, es decir, que tenga una experiencia satisfactoria y agradable (o sea, que no ande a las puteadas con apps, chatbots, etc.).
Ya sabemos que cuando tenemos experiencias agradables, en general queremos repetirlas, entonces vamos a volver a ese sitio, app, chat, etc. Y ese también es el objetivo final; digámosla toda: nadie dedica tiempo y energía a esto por su infinita bondad.
Pasemos ahora a otro aspecto de este tipo de escritura.
¿Cómo se llevan UX Writing y lenguaje inclusivo?
Parece que se llevan
como la mona. Porque cambiar siempre da trabajo. Es mucho más cómodo hacer las cosas
como se hicieron siempre (aunque siempre es mucho tiempo), hablar como se habló siempre (más bien desde hace un montón de tiempo) y escribir como se
escribió siempre (claro que no hablamos ni escribimos
como hace 100 años o 500 ¿no?). 🤔
Para quienes
diagraman o diseñan, me imagino que a veces se tratará de agregar un campo o un botón a los dos “tradicionales”
para género, por ejemplo: masculino y femenino. [el burro siempre adelante, aunque la “f” esté antes que
la “m” en el diccionario… Además, la "a" también está antes que la "o" y sin embargo todos los sustantivos y adjetivos figuran en masculino en el diccionario...]
En formularios interactivos ya hace un tiempo que se empezó a ver "masculino", "femenino", "otro", e incluso "prefiero no responder". Abajo un ejemplo de botones "inclusivos" para la pregunta "¿Cómo describirías tu género?" en inglés:
masculino (incluyendo a hombres trans)
femenino (incluyendo a mujeres trans)
prefiero no contestar
prefiero autodescribirme (por favor, especificar)
Aunque, pensándolo mejor ¿será realmente
necesaria esa información acerca del género de las personas en todos los formularios? Si se trata de alimentar a los algoritmos para que se utilicen esas informaciones ¿tenemos la seguridad de que ese dato no promueve o reproduce discriminación? Acaso tendríamos que plantearnos qué información es realmente pertinente y modificar muchos formularios desde esa perspectiva, y también averiguar cómo se usan todos los datos con los que constantemente alimentamos las panzas de los algoritmos, para verificar si se está teniendo en cuenta el lado ético de la gestión de nuestros datos.
Los sesgos de los algoritmos pueden ser de muchos tipos, no solo de género. Si querés profundizar en el aspecto ético de los algoritmos, podés leer este artículo:
Cuando empezamos a ejercitar el ojo de lince para detectar lenguaje discriminatorio, ese proceso también se vuelve irreversible.
Si miramos con atención, a veces detectamos algunas paradojas, como la de la imagen (año 2020): la innovación y la transformación digital son puro blablá con
perspectiva vieja y sexista. Al decir "mejorar la calidad de vida de los vecinos”, el masculino genérico o universal rechina y no parece fácilmente asociable a las ideas de innovación o transformación digital.
¿Por qué hacer el esfuerzo de escribir y hablar en lenguaje claro, simple y no discriminatorio en UX?
Ya sabemos que nos va a dar más trabajo, vamos a tener que dedicar más tiempo, atención, energía y creatividad a encontrar las formas no discriminatorias del lenguaje que sean más apropiadas para cada contexto, cada público, cada objetivo y cada situación comunicativa. Entonces, ¿por qué complicarnos la vida?
Una posible respuesta sería:
Pero sobre todo porque no se trata de tecnología, marketing o inteligencia artificial, sino de personas.
Una máxima en UX Writing es que + accesibilidad equivale a - carga cognitiva. Esto lo podemos relacionar con aquella definición de lenguaje claro de PLAIN de la primera entrada de esta serie, la del primer ingrediente de mi spritz lingüístico: el lenguaje claro https://leomadalena.blogspot.com/2021/05/primer-ingrediente-de-mi-spritz.html
¿Qué relación hay entre UX Writing, lenguaje claro y no discriminatorio, y derechos?
Esto parece un matete 😕, pero no lo es 😃:
Parto de una premisa: estoy convencida de que la lengua nunca es ni neutra ni inocente. Yo elijo comunicar empatía, solidaridad y no violencia, por lo tanto voy a tratar de que mi lenguaje:
NO refleje opiniones prejuiciosas
NO refuerce estereotipos de género u otros
NO sea ni racista ni fóbico
NO discrimine a las personas por su edad, sus características físicas o mentales, sus habilidades físicas y un larguísimo etcétera
Para lograr ese objetivo voy a tratar de:
detectar privilegios y desequilibrios de poder en el lenguaje (binarismo, anglocentrismo, eurocentrismo, androcentrismo, clasismo, blanquitud, y tantos otros -ismos y -udes);
cuestionar y quebrar el pensamiento hegemónico dominante;
modificar hábitos que fomenten visiones del mundo discriminatorias de grupos vulnerables y no valoren la diversidad.
¡Pavada de trabajo!
Miguelito me dio algunas pistas:
De yapa va este cortometraje, Sunspring, cuyo guion fue hecho por una computadora. Parece que al corto le fue bastante bien en un festival en Inglaterra... A mí no me encantó, pero sobre gustos no hay nada escrito, dijo una vieja y tomaba mate en un plato.
También comparto este artículo de Catalina Arismendi:
Last, but not least, como mañana, 30 de setiembre (o septiembre, como prefieras) es el Día de la Traducción, pero a mí me parece que un solo día es un poco poco, te invito a mirar la serie de posteos en mi IG (@leonoraasesora) en el mes que está terminando, que decidí bautizar #MesDeLasTraductoras.
No se trata de excluir a los pocos colegas hombres en la profesión, sino de destacar a la gran mayoría de las colegas, invisibilizadas durante tanto tiempo.
Espero que si sos traductor, no te sientas ofendido ni excluido y lo tomes como lo que es: una simple provocación juguetona.
El segundo
ingrediente del spritz es un poco más picante e intenso, así que te aconsejo que te
sientes y te relajes. Como, además, el tema da para mucho, voy a tener que desdoblarlo en dos entradas.
Mi receta de spritz lleva, entonces, una parte de lenguaje claro y dos partes de lenguaje no discriminatorio.
En esta parte 1 del segundo ingrediente te voy a mostrar algunos recursos para evitar un uso sexista y androcéntrico de la lengua española.
Guías y manuales
Cada vez más gobiernos,
organizaciones, universidades y empresas publican guías y manuales de uso de la
lengua, para que sus comunicaciones sean coherentes con los valores
que promueven y con la imagen que quieren proyectar.
Algunos las llaman guías o manuales de lenguaje inclusivo o incluyente, otros hablan de lenguaje no sexista, otros se refieren al lenguaje no discriminatorio en el título, pero en definitiva son bastante similares.
Es que en este mundo
hiperconectado y vertiginoso, nadie, o pocas personas e instituciones,
·quiere proyectar una
imagen políticamente incorrecta,
·desea recibir
críticas por discriminar o por establecer una comunicación sexista que implique
que mujeres o personas no binarias se sientan excluidas,
·renunciaría a ese
nicho de mercado (que tan chico no es, dado que si sumamos a las mujeres y a las
sexualidades disidentes llegamos a bastante más del 50% de la población
mundial),
·puede darse el lujo
de no tener una comunicación fluida con cada persona con la que interactúa
en las redes.
¿Qué no es el lenguaje inclusivo?
Esta vez voy a hacer
lo que no hay que hacer: en lugar de decir lo que el lenguaje
inclusivo es, voy a empezar por decir lo que NO es: el lenguaje inclusivo en español no es hablar con la “e”. En todo
caso, hablar con la “e” sería usar el lenguaje inclusivo directo. Es la estrategia discursiva más disruptiva y provocadora, algo así como decir: si hablos con la "e" y a alguien no le gusta, que se tape las orejas. También existe el lenguaje inclusivo indirecto, que usa los
recursos que la lengua española estándar ofrece, sin alterar en nada su morfología. Más adelante te muestro algunos de esos recursos: no te pongas impaciente.
Pregunta nada
inocente ¿hasta ahora sentiste que yo estaba
usando alguna forma molesta de lenguaje inclusivo? Bueno, te cuento que estuve usando todo
el tiempo el lenguaje inclusivo indirecto, intentando no usar nunca el
masculino genérico, para referirme a un público lo más amplio posible, es
decir, tratando de generalizar sin invisibilizar. A lo mejor, entonces, ya fuiste descubriendo algunos de los recursos que usé 😉
¿Lenguaje inclusivo, incluyente, no binario, no
discriminatorio 🤔?
En primer lugar, la utilización de los
términos “inclusivo” o “incluyente” hoy está siendo discutida por personas que se ocupan de estos temas. La crítica viene por el lado de que si hablamos de "incluir" se está presuponiendo que hay un grupo de personas “normales”, mayoritario, que incluye desde una posición dominante a otro grupo de “diferentes”,
minoritario. [Para profundizar en las diferencias entre “inclusión”, “integración”
y “convivencia” recomiendo la publicación Includere,
integrare o convivere de Fabrizio Acanfora, en italiano, que explica de manera muy clara
y razonada los cuestionamientos a las terminologías más usadas hasta ahora].
En segundo lugar, “no
binario” o “no sexista” nos limitaría a las cuestiones de género:
masculino-femenino-otro. Por eso, creo que
usar “no discriminatorio” sería mucho más adecuado, porque es más amplio, porque
implica no discriminar a ningún grupo de personas, visibilizarlas a todas, y que
todos los grupos tengan los mismos derechos, sin importar si son mayoría o
minoría, que tengan el mismo poder en una justa
convivencia entre diferentes, porque, al fin y al cabo, ¿no somos todas las personas diferentes,
aunque compartamos algunas características?
De cualquier manera, estoy segura de que ya va a surgir alguna otra opción mejor que “no discriminatorio” para definir esta manera de usar el lenguaje: personalmente no me gusta definir algo por la negativa, pero no se me ocurrió nada mejor… por ahora. Si se te ocurre una terminología más apropiada, no dudes en comentármelo más abajo🠋 Lo importante es que no nos enamoremos de las terminologías y prestemos siempre atención a los cambios; si aparece una forma mejor, la cambiamos.
¿Cómo nombrar?
Cuando nos dirigimos
a alguien, un criterio que no falla nunca es nombrar a una persona como quiere que la nombremos. ¿Persona con
discapacidad o persona con diversidad funcional? ¿Trans, queer, gay, persona no binaria, sexualidades disidentes, etc.?
En general, en las
comunicaciones oficiales de cada país, el criterio es usar las denominaciones de grupos y
colectivos a partir de su propia participación en la elaboración de los tratados
internacionales, porque cuando los países los suscriben se comprometen a usar esa terminología consensuada. Ya vemos que existe una estrecha relación entre el uso de la lengua y el derecho, en este caso el derecho internacional. Voy a volver más adelante sobre esta relación.
Claro que esos
términos no son fijos ni invariables, van cambiando a medida que los propios
grupos van ajustando la terminología para autodesignarse.
Diversidad, prejuicios y estereotipos
Otro argumento a
favor del uso de un lenguaje no discriminatorio, si entendemos que la biodiversidad
es un valor en la naturaleza, sería aplicar el mismo criterio valorativo e impulsar la diversidad humana como un valor
y una riqueza.
Incluso varios de los
ODS de la agenda 2030 de la ONU se refieren a la no discriminación y el acceso
a la información, a la educación y a la cultura, por lo tanto, directa o indirectamente abarcan la
difusión y el uso del lenguaje claro y no discriminatorio. De ese modo, los países que
adhieren a esa agenda deberían
ocuparse también de los aspectos lingüísticos y comunicativos en sus políticas.
Eso es lo que debería ser. Otra cosa muy distinta es lo que es. Es que si algo no se nombra, no existe, y si no existe, no se le asigna valor, tampoco económico, de manera que hay razones de peso, o de $$$. La lengua lleva la marca (también comercial) de los grupos dominantes, de los grupos de poder.
La realidad es que nuestra
lengua refleja nuestros prejuicios y nuestros estereotipos. Nadie está libre de ellos, es verdad, pero tampoco podemos andar por la vida dejándonos manejar por ellos.
Veamos algunos
ejemplos tomados de distintos medios:
En estos ejemplos vemos que la posición de mayor prestigio corresponde al
masculino y la de menor prestigio (y menor sueldo, ¡oh casualidad!) a la mujer, incluso cuando es
archisabido que hay médicas y enfermeros. Una manera de evitar reproducir ese
estereotipo sería usar “personal de la salud”, un giro (por suerte) cada vez
más frecuente.
[Ahí ya tenés un recurso de lenguaje inclusivo indirecto 😉. Más adelante voy a mostrarte algunos otros recursos que tiene la lengua española para evitar reproducir estereotipos de género, que a su vez reproducen desigualdades en nuestras sociedades.]
Otro caso interesante de uso sexista del lenguaje es el de los pares perro/perra, mujer fácil/hombre fácil, zorra/zorro, mujer
pública/hombre público. En estos pares todas las formas femeninas contienen
juicios de valor negativos, asimilando a la mujer a una prostituta (¡qué raro!), en cambio la
forma masculina es neutra, es decir que no tiene ninguna valoración, ni
positiva ni negativa. ¿Alguna vez lo habías pensado?
Veamos ahora el siguiente título de La Nación del 25 de mayo de 2021:
Ahí tenemos otro sutil uso sexista de la lengua española, que se evitaría si se usara el lenguaje inclusivo. ¿Por qué se usa el apellido para el hombre y el nombre para la mujer, cuando los dos se llaman Fernández?
Estamos recorriendo un camino y todavía nos falta mucho. Además, este camino no tiene una línea de llegada, porque el lenguaje va cambiando todo el tiempo, como van cambiando el mundo y la sociedad.
La vicepresidenta y el Parlamento uruguayo
Por suerte, en
español, a pesar de todo, creo que avanzamos bastante en las últimas décadas. Ya
parece bastante dirimido el debate acerca de la forma “presidenta”. Si bien es cierto que todavía hay algunas personas o instituciones que se resisten a adoptar esta forma, a lo largo de los años muchos
medios han ido incorporando la forma con la desinencia en “a” y su uso en
general se ha ido naturalizando. Hasta una institución monárquica y machista como la venerada Real Academia hace años que intervino, dando su beneplácito a
la forma femenina, y recomendando la forma “presidenta”, que existe en el diccionario académico
desde 1803 y estaba documentada en la lengua española desde el siglo XV. Otras formas femeninas como
ministra, médica, arquitecta o jueza se fueron abriendo camino, no sin
obstáculos, y pisan cada vez más fuerte en el uso.
Hace poco le escribí al Parlamento del Uruguay, cuando detecté que usaban "vicepresidente" para Beatriz Argimón, la actual vicepresidenta del país. Me respondieron que tendrán en cuenta mi sugerencia de adoptar la forma "presidenta" o "vicepresidenta". En realidad, no sé si efectivamente cambiarán algo o si fue una amable respuesta política, pero por lo menos me contestaron y lo valoro. En circunstancias similares, la mayor parte de las veces que escribo ni me contestan...
¿Qué te parece la idea de escribirles a instituciones o empresas con las que interactuás cuando detectás usos discriminatorios del lenguaje? ¿Lo hacés? ¿Lo harías? ¿Por qué sí o por qué no? Espero no recibir muchas respuestas que digan “Porque no sirve para nada”. Es nuestro derecho ciudadano.
[NOTA: en 2022 el Parlamento uruguayo cambió "presidente" y "vicepresidente" por "presidenta" y "vicepresidenta" 😉😊👏👏👏]
👉Recursos para evitar un lenguaje androcéntrico
A continuación te muestro algunos recursos que nos ofrece la lengua española para evitar el lenguaje sexista o androcéntrico y visibilizar a las mujeres o a las sexualidades disidentes. No se trata de una lista exhaustiva, de manera que no son los únicos, es más, si se te ocurren otros, podés agregarlos 🠋 en "comentarios" y así vamos agrandando la lista 😉
·Usar sustantivos como las personas, la comunidad, los grupos, la ciudadanía, el personal de la salud, el personal de limpieza, la tripulación (y no “los pilotos y las azafatas”), representante legal en lugar de “tutor”, la dirección, la secretaría, la presidencia, la juventud, la comunidad migrante, el equipo de trabajo, el público interesado, la masa societaria mejor que “los socios”.
·Emplear sustantivos comunes en cuanto al género sin el artículo: especialistas, agentes, estudiantes, periodistas, solicitantes, representantes.
·Dosificar los desdoblamientos: las usuarias y los usuarios (también el orden importa: si en el abecedario la a está antes que la o, ¿por qué anteponemos la forma masculina?), las y los usuarias/os. Este recurso es claramente más pesado y menos económico, de manera que conviene dosificarlo muy bien para que el texto no resulte monótono, y reservarlo para aquellos casos en que la visibilización de las mujeres es un objetivo principal de la comunicación, por ejemplo, cuando se quiere estimular la participación de las mujeres en determinada actividad en la que hay escasa participación femenina, como en “se invita a las trabajadoras y los trabajadores a participar en la asamblea…”. Además hay que tener en cuenta que al usar este recurso se está excluyendo a las personas que no se identifican ni con el género masculino ni con el femenino.
·Preferir las formas femeninas para cargos y profesiones: no existen formas invariables en la lengua, porque la lengua se adapta a la realidad. Como ya señalé, la Real Academia Española, que no es una institución famosa por lo revolucionaria y feminista, hace años que recomienda la forma "presidenta" y dice que es preferible a "presidente" cuando es una mujer quien ejerce ese cargo. ¿No me creés? Fijate acá: https://www.rae.es/noticia/es-la-presidenta-o-la-presidente
·Elegir pronombres sin marca de género: quienes presenten la documentación, quien tenga interés en lugar de “los interesados”, alguien, nadie, cualquier habitante/persona.
·En cuanto a las formas verbales, usar estructuras con “se”: "cuando se solicite asilo"en lugar de “cuando el interesado/un extranjero/un refugiado solicite asilo”,
·y usar infinitivos: "al abonar las tasas"y no “cuando el usuario/el deudor abone las tasas”, "para asociarse"mejor que “para ser miembro”.
Quienes nos dedicamos a traducir y a corregir
tenemos que actualizarnos permanentemente sobre el uso en las lenguas con las que trabajamos,
debemos ser fieles al contenido y al mensaje del original,
y tenemos que lograr que nuestros textos sean adecuados al público al que están dirigidos.
Con un poco de atención, creatividad y sensibilidad siempre podemos buscar (y encontrar) la vuelta para evitar un lenguaje sexista y androcéntrico, aunque nos dé un poco de trabajo.
Nos vemos en la segunda parte de este segundo ingrediente de mi spritz lingüístico, donde te hablaré de lo que está pasando en algunas otras lenguas con respecto al lenguaje no discriminatorio. No te lo pierdas. Te espero.👋
Te dejo con una clase magistral de interpretación consecutiva 😄: