Irene Vallejo volvió a Argentina y Uruguay después de más de veinte años. La primera vez había venido con su padre tras las huellas de Horacio Quiroga, que nació en Salto, Uruguay, y se había internado en la selva misionera argentina para crear magistralmente su inquietante mundo narrativo.
En realidad Irene ya había venido a Uruguay antes, con la imaginación, como relata ella misma en la siguiente entrevista: https://www.elpais.com.uy/tvshow/libros/irene-vallejo-una-visitante-ilustre-que-genero-furor-con-su-llegada-a-uruguay-la-literatura-es-un-refugio.
Su padre la había traído de la mano de Horacio Quiroga, Juan Carlos Onetti y
Felisberto Hernández y, gracias a ella, su hijo se hizo fan de Juana de
Ibarbourou (en IG me comentó “creo que [Uruguay] es el país del mundo con mayor
número de poetas extraordinarias por metro cuadrado”).
Esta vez Irene Vallejo vino acompañada de su marido, después de una proeza digna de una heroína de la literatura clásica. Tal vez sea una semidiosa con poderes extraordinarios: contra todos los pronósticos, logró que un ensayo sobre la historia de la lectura, El infinito en un junco, sea un boom editorial.
En un lugar increíble, el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry, donde “el mármol vibra con la vitalidad del papiro” (como escribió en un tuit), después que la luz rosa terminó de teñir las colinas del Parque de Esculturas, unas 700 personas nos juntamos para asistir al embrujo, junto al fuego de sus palabras.Nunca fui de hacer cola para que me firmaran un libro, pero
esta vez la hice gustosa, con mi hija de 23 años. El marido de Irene se
acercaba a las personas que hacíamos cola, para agradecer, casi en un susurro, que
hubiéramos ido: ¡él nos agradecía cuando éramos nosotras y nosotros quienes le debíamos agradecer su
cariñoso susurro! Irene y su marido son dos seres de otro planeta, pero por
suerte están en el nuestro.
Después entendí por qué la fila avanzaba tan lentamente: Irene no solo firma los libros, dibuja libros-mariposas y libros-pájaros, se deja sacar fotos, y cuando llegó mi turno, no dudó un segundo en mandar un conmovedor y poético saludo para #PLECA y para las correctoras y los correctores. [En mi Instagram @leonoraasesora podés ver el video con el saludito 😉]
Mientras Irene le dedicaba el libro a mi madre, noté
que tenía una curita en un dedo, de tanto firmar ejemplares y hacer dibujitos 😲, otra de sus formas de llevar adelante estoica y dulcemente su
misión. También contesta comentarios en las redes, regala likes, inunda de optimismo.
Para darle cierre a la entrevista-charla en el MACA, Cecilia
Bonino le pidió a Irene que leyera un párrafo de El infinito en un junco. Si la memoria no me falla, fue el
siguiente:
“Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la
oscuridad con cuentos, que gracias a los relatos aprenden a convivir con el
caos, que avivan los rescoldos de las hogueras con el aire de sus palabras, que
recorren largas distancias para llevar sus historias a los extraños. Y cuando
compartimos los mismos relatos, dejamos de ser extraños.”
Acá el link a otra entrevista a Irene: https://www.elobservador.com.uy/nota/irene-vallejo-la-busqueda-del-rendimiento-y-la-rentabilidad-por-encima-de-todo-lo-humano-me-asusta--202351516360