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En la cabina de interpretación, agosto 2024 |
Mi historia no es nada extraordinaria, pero es mi historia y a lo mejor le puede servir a alguien que está pensando en estudiar traducción en un momento en que la IA parece estar amenazando nuestra profesión.
A lo mejor las traductoras somos como la cigarra de la canción: “tantas veces me mataron, tantas veces me morí y sin embargo estoy aquí, resucitando”. Acá el link a la canción 👉 "La cigarra" de María Elena Walsh en la voz de Mercedes Sosa
Cuando entré a la universidad, hace cuarenta años (¡OMG!),
nunca imaginé todo lo que habrían de darme aquellas primeras carreras de Traductorado
Público, en inglés y en italiano, en la Facultad de Derecho de la Universidad
de la República del Uruguay.
Ahora veo que aquel primer acercamiento a ese mundo fascinante, en vez de calmar mi hambre de conocimiento, despertó mi apetito voraz para seguir estudiando.
Ahora también me doy cuenta de que no fui a la
universidad solo para conseguir trabajo y lograr ganarme el pan haciendo algo que me
resultara placentero, sino que fui a la universidad para prepararme para
desarrollar una pasión que me iba a llevar a querer seguir estudiando toda la
vida.
Durante y después de aquel primer pasaje por la
universidad quise estudiar otras lenguas, además de seguir mejorando mi
conocimiento del inglés y del italiano, así que incursioné en los universos del latín, portugués, francés y ruso.
Pero no me alcanzó, el apetito era cada vez más insaciable, entonces quise profundizar mis
estudios de traducción desde otra perspectiva y me puse a estudiar traducción
literaria y técnico-científica en el Instituto en Lenguas Vivas Juan Ramón
Fernández, de Buenos Aires.
Ahí me pasó algo extraño: cuando cursé la materia “Introducción a la Interpretación”,
con Vicky Massa, me picó el bichito y decidí zambullirme en ese mundo tan
especial, duro y desafiante, pero totalmente adictivo, y aprender a nadar en ese mar. Entonces fui al Centro
de Traducción e Interpretación y tuve a una gran tutora: Olga Álvarez de Barr.
La vida me llevó a irme a vivir a Italia y a volver a vivir
a la Argentina. Cuando volví, me di cuenta de que quería volver a mi lengua
materna, a perfeccionarla, a conocer mejor sus secretos, sus matices, sus
sutilezas, su complejidad y su riqueza. Entonces me puse a estudiar corrección
de textos en el Instituto Superior en Letras Eduardo Mallea y a hacer el
posgrado en enseñanza de español como lengua extranjera en la UBA (este último
porque estoy convencida de que enseñar es una excelente manera de aprender).
Asistí y asisto a infinidad de cursos, talleres,
seminarios, charlas y congresos y sé que nunca voy a dejar de hacerlo, porque
es mi vida y elijo vivirla así, estudiando, aprendiendo y gozando de mi pasión.
En los últimos tiempos me interesa profundizar en todo lo que tiene que ver con un lenguaje amplio, no discriminatorio y empático.
¿Para qué? Para que mi trabajo favorezca una mejor convivencia de las personas en este mundo, para que prevalezca la construcción y no la destrucción, para que el amor le gane al odio y para que esta última premisa no resulte cursi y vacía.
¿Por qué? Porque estamos en el horno, gente. No hay un planeta B. Además
este me encanta, a pesar de todo.
¡Feliz Día de la Traducción!
Irene Vallejo volvió a Argentina y Uruguay después de más de veinte años. La primera vez había venido con su padre tras las huellas de Horacio Quiroga, que nació en Salto, Uruguay, y se había internado en la selva misionera argentina para crear magistralmente su inquietante mundo narrativo.
En realidad Irene ya había venido a Uruguay antes, con la imaginación, como relata ella misma en la siguiente entrevista: https://www.elpais.com.uy/tvshow/libros/irene-vallejo-una-visitante-ilustre-que-genero-furor-con-su-llegada-a-uruguay-la-literatura-es-un-refugio.
Su padre la había traído de la mano de Horacio Quiroga, Juan Carlos Onetti y
Felisberto Hernández y, gracias a ella, su hijo se hizo fan de Juana de
Ibarbourou (en IG me comentó “creo que [Uruguay] es el país del mundo con mayor
número de poetas extraordinarias por metro cuadrado”).
Esta vez Irene Vallejo vino acompañada de su marido, después de una proeza digna de una heroína de la literatura clásica. Tal vez sea una semidiosa con poderes extraordinarios: contra todos los pronósticos, logró que un ensayo sobre la historia de la lectura, El infinito en un junco, sea un boom editorial.
En un lugar increíble, el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry, donde “el mármol vibra con la vitalidad del papiro” (como escribió en un tuit), después que la luz rosa terminó de teñir las colinas del Parque de Esculturas, unas 700 personas nos juntamos para asistir al embrujo, junto al fuego de sus palabras.Nunca fui de hacer cola para que me firmaran un libro, pero
esta vez la hice gustosa, con mi hija de 23 años. El marido de Irene se
acercaba a las personas que hacíamos cola, para agradecer, casi en un susurro, que
hubiéramos ido: ¡él nos agradecía cuando éramos nosotras y nosotros quienes le debíamos agradecer su
cariñoso susurro! Irene y su marido son dos seres de otro planeta, pero por
suerte están en el nuestro.
Después entendí por qué la fila avanzaba tan lentamente: Irene no solo firma los libros, dibuja libros-mariposas y libros-pájaros, se deja sacar fotos, y cuando llegó mi turno, no dudó un segundo en mandar un conmovedor y poético saludo para #PLECA y para las correctoras y los correctores. [En mi Instagram @leonoraasesora podés ver el video con el saludito 😉]
Mientras Irene le dedicaba el libro a mi madre, noté
que tenía una curita en un dedo, de tanto firmar ejemplares y hacer dibujitos 😲, otra de sus formas de llevar adelante estoica y dulcemente su
misión. También contesta comentarios en las redes, regala likes, inunda de optimismo.
Para darle cierre a la entrevista-charla en el MACA, Cecilia
Bonino le pidió a Irene que leyera un párrafo de El infinito en un junco. Si la memoria no me falla, fue el
siguiente:
“Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la
oscuridad con cuentos, que gracias a los relatos aprenden a convivir con el
caos, que avivan los rescoldos de las hogueras con el aire de sus palabras, que
recorren largas distancias para llevar sus historias a los extraños. Y cuando
compartimos los mismos relatos, dejamos de ser extraños.”
Acá el link a otra entrevista a Irene: https://www.elobservador.com.uy/nota/irene-vallejo-la-busqueda-del-rendimiento-y-la-rentabilidad-por-encima-de-todo-lo-humano-me-asusta--202351516360
Por Leonora Madalena*
¡Fuimos noticia! Por fin los medios se ocuparon de nuestra profesión. Salimos en radios y diarios de la vecina orilla explicando qué hace una persona que se ocupa de corrección de textos, dónde se estudia y por qué nuestra función es tan importante para nuestras sociedades.
Es que la Cámara de Representantes de Uruguay ya cuenta con dos nuevos cargos para dos profesionales de la corrección. En el concurso para proveer los cargos se especificaba que tales profesionales tienen la función de brindar asistencia técnica a las comisiones, a los legisladores y a las demás áreas de la Cámara, en la revisión y corrección de textos en cuanto a los aspectos gramaticales, de estructura, forma y estilo.
El anterior presidente de la Cámara, Ope Pasquet, consiguió que se hiciera el concurso para desempeñar esos dos nuevos cargos con el argumento de que jueces, abogados, escribanos y jerarcas de la administración se quejaban de que “no se entiende lo que quisieron poner” en las leyes.
Al concurso se presentaron treinta y cinco personas. El sueldo era muy tentador: cerca de $ 75000, más una compensación adicional equivalente al 58 % del sueldo mencionado, porque el puesto es de “dedicación especial y horario sin término”, con “ingreso y egreso variables” y “permanencia a la orden”. Van a terminar cobrando unos $ 120 000 uruguayos, cerca de USD 3000 (aclaremos, además, que en Uruguay el dólar bajó cerca de un 10 % en 2022).
Gabriela Basaldúa, presidenta de nuestra asociación hermana, AUCE, explicaba en los medios uruguayos que la carrera de Corrección de Estilo se estudia en la Universidad de la República, y el título es de técnico profesional egresado de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Se trata de una carrera bastante reciente; la primera generación egresó en 2008.
Tanto AUCE como PLECA trabajamos desde hace años para visibilizar el trabajo de nuestros profesionales y su importancia en las instituciones públicas y privadas.
Esta noticia es un gran paso para nuestras reivindicaciones y, sobre todo, para garantizar el derecho ciudadano a la calidad de la comunicación de las instituciones democráticas. Las legisladoras y los legisladores charrúas ahora podrán concentrarse en producir normativa, en resolver problemas de la ciudadanía y no en revisar la forma de los textos que redactan.
Uruguay es el único país de América que forma profesionales de la corrección de estilo en su universidad estatal de manera totalmente gratuita.
* Leonora Madalena es correctora, traductora e intérprete, y docente de español como lengua extranjera. Integrante de la comisión directiva de PLECA.
El breve texto precedente fue escrito con la urgencia de la emoción por contar una muy buena noticia y salió publicado en el blog del sitio institucional de PLECA (asociación argentina de profesionales de la corrección de textos): https://www.pleca.org.ar/buenas-noticias-desde-el-otro-lado-del-charco/
Aconsejo también la lectura de los otros artículos publicados en el sitio, del que comparto el link: https://www.pleca.org.ar/blog/